La luz en el Renacimiento y en el Barroco:
Renacimiento es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental en los siglos XV y XVI. Marca la transición a los tiempos modernos. Los Artistas se liberaron de las convenciones visuales que dominaron la Edad Media y se volcaron a representar la realidad observable a través de la perspectiva lineal. El estudio de las ciencias naturales, así como el interés por el arte de la antigüedad clásica dieron lugar a una nueva forma de representación artística que caracterizó el arte occidental durante siglos.
Las expediciones de exploración, la expansión de las relaciones comerciales y los descubrimientos científicos del siglo XV hicieron que la persona ya no se viera como un simple engranaje de la estructura divina de las cosas y que alcanzara un sentido de conciencia como individuo autodirigido.
Una de las leyes descubiertas, es la de perspectiva central (con un punto de fuga), desarrollada por Leon Battista Alberti, hizo posible el logro de la ilusión de profundidad en una imagen bidimensional. Masaccio fue uno de los primeros en emplearlo, en el fresco de “La Santísima Trinidad” (1427).
La reproducción perfecta del espacio, las formas, la luz y el movimiento permitió a los artistas de principios del siglo XVI, imitar la realidad y crear imágenes de apariencia realista.
El estilo Barroco se dio en Europa en los siglos XVII y XVIII y se extendió también por Iberoamérica llevado por los españoles. El movimiento a menudo se le identifica con el absolutismo, la Contrareforma y el renacimiento católico. Eran los tiempos agitados, de torturas y ejecuciones públicas, de guerras muy sangrientas, enfermedades como la peste asolaban y diezmaban poblaciones enteras, la vida podía muy difícil.
Surgió como reacción frente al arte renacentista, muy formal, normativo y desnudo; el barroco es lo contrario: contrastes acusados, gran libertad creativa, exageraciones pasionales y teatralidad
El arte barroco se caracteriza por el realismo, los colores ricos e intensos, y fuertes luces y sombras. En oposición al renacimiento, que normalmente mostraba el momento anterior a ocurrir cualquier acontecimiento.
El color predomina sobre la línea. Incluso, los efectos de profundidad, perspectiva y volumen se consiguen más con los contrastes de luz y de tonalidades del color que con las líneas nítidas y definidas del dibujo. La luz se convierte en un elemento fundamental en la pintura barroca. La luz dibuja o difumina los contornos, define también el ambiente, la atmósfera del cuadro, y matiza los colores. La utilización de la técnica del claroscuro llega a la perfección gracias a muchos pintores del Barroco.
Uno de los aspectos pictóricos más aparentes y meritorios del estilo barroco es el claroscuro, llamado a veces tenebrismo. Consiste en hacer incidir la luz sobre objetos y personajes, creando unos efectos potenciados de luces y sombras que determinan una atmósfera y una perspectiva que llaman mucho la atención.
En épocas antiguas, las escenas se representaban sin tener en cuenta la luz y su contrario: la sombra. Existen también las dificultades añadidas de diferenciar la luz natural de la luz artificial y de definir el foco emisor de luz (cenital, lateral, central, etc.). La luz se hace muy efectista y no importa que refleje fidedignamente la realidad. Importa más lo impactante, los contrastes entre luces y sombras y la iluminación exagerada de lo que se desea resaltar, un personaje, un objeto, una estancia.
En ocasiones la diferencia entre superficies iluminadas y no iluminadas es total, apareciendo por ejemplo un rostro o un cuerpo bañado en luz y un fondo negro. Sabemos que esto no se da en la realidad puesto que las transiciones luz-sombra son más progresivas y matizadas, pero los artistas barrocos persiguen lo exagerado y brusco, convirtiendo esas transiciones en completos contrastes de algo muy iluminado y lo de al lado totalmente oscuro. Esta técnica permite resaltar lo que se desea y centrar la atención del espectador sobre ello, sin distracciones ni dispersiones.
En ciertos casos, esos efectos nos acentúan la sensación de profundidad y tridimensionalidad, efecto visual muy necesario en la pintura. Diferenciar los distintos planos con iluminación diferente crea la ilusión de espacio físico y corporeidad de los personajes y objetos.
La Muchacha de la Perla. Vermeer.
Fondo
negro para resaltar la belleza y la sensualidad de esta joven sorprendida por
el pintor en una pose muy favorecedora. Sus labios carnosos, su mirada intensa,
su misterioso turbante y los juegos luces-sombras nos descubren un cuadro enigmático
que incluso ha inspirado un libro y una película.
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